Faltaría más que quienes nos gobiernan y tienen que tomar decisiones no tuvieran derecho a equivocarse. El problema es que hay muchos de estos que toman decisiones, metidos en sus transatlánticos partidistas particulares, que se han acostumbrado a vivir con más errores que aciertos en sus decisiones y lo que es peor, la sensación generalizada entre nosotros, los ciudadanos, de que aquí nunca pasa nada.
Vamos a poner un ejemplo de actualidad, la Ley de Transparencia. Para empezar a mi me inquieta el pensar que sean precisamente el
Es una cuestión de actitud y como dice el Diputado en el Congreso por UPyD Carlos Martinez Gorriarán: “Si no hay voluntad de cumplimiento de la Ley de Transparencia, mejor es no aprobarla”. Pienso que cada céntimo de Euro que se gaste de dinero público debe de estar a disposición de conocerlo cualquier ciudadano, sin las clásicas trabas burocráticas y aprovechemos de paso para ir modernizando un poco más la administración y que lo tengamos a varios cliks de ratón en Internet. Pero esto no será así, ya lo veréis, será una ley tan trasparente que miraremos y no veremos nada. O al menos nada que no quieran que veamos.
Quiero dar las gracias a UPyD por poner en el debate político la transparencia, ya que tanto esto, como la regeneración democrática, la despolitización de instituciones y un largo etcétera de cuestiones que van saliendo poco a poco e irán saliendo más, las ha puesto encima de la mesa Unión Progreso y Democracia desde su fundación en 2007 hasta hoy. Son términos que ahora nos parecen habituales, pero hace 5 años nadie usaba de manera común.